En esta reflexión de 2 Minutos quiero hablar brevemente sobre la diferencia entre preguntar «para qué», y la diferencia de preguntar «por qué», ya que recientemente he escuchado esta distinción en el podcast de Ángel Martín, hablando con Chica Sobresalto, y me ha parecido magnífica para dedicarle por lo menos un breve pensamiento.
Podéis encontrar ese capítulo del podcast aquí.
Diferencia entre «por qué» y «para qué»
Es completamente habitual que, por nuestra naturaleza como seres humanos, nos preguntemos incesantemente el «por qué» de las cosas.
¿Por qué? Pues porque eso es lo que nos ha traído hasta donde estamos ahora, y no cabe duda de que a lo largo de la historia es un arma evolutiva muy importante. El ser humano es (casi) el único animal que es capaz de preguntarse por qué la cosas suceden, aprender de ello, y mejorarse a sí mismo, así que podría decirse que está escrito en nuestro ADN.
Este no es un mal recurso, desde luego. El problema aquí es que hay veces en las que esta herramienta tan poderosa eclipsa a otras que, dependiendo de las circunstancias, serían más interesantes; como es el caso de «para qué». Estamos tan poco acostumbrados a utilizar esa pregunta que nos cortocircuita el cerebro cuando en algunas ocasiones se intercambia por la pregunta «por qué».
Como ya habréis podido entender, la pregunta «por qué» busca las causas de un suceso, mientras que al preguntar «para qué» estamos aludiendo al propósito mismo de esa acción; y esto pocas veces se tiene en cuenta.
Imagínate que tú recientemente has discutido con un ser querido, y se lo cuentas a tu amigo/a. Él o ella te pregunta:
¿Y por qué te has peleado con ese ser querido? (Una pregunta completamente normal que tú estás más que preparado/a para responder).
Ahora imagínate que ese amigo en vez de lo anterior, te pregunta:
¿Y para qué te has peleado con ese ser querido? (De seguro responderás instintivamente con un «porque… bla bla bla»).
Nuestro cerebro no contempla la posibilidad de pensar tan en profundidad sobre la mayoría de cosas que suceden, simplemente busca una explicación a lo acurrido y se queda tranquilo. ¿Pero qué tal si echamos un vistazo al propósito (muchas veces) inconsciente de la acción en sí?
¿Te has peleado con ese ser querido para demostrar que tú tienes razón? ¿Para hacerle sentir mal ya que él/ella te hizo sentir mal a ti?
Al final en la mayoría de casos resultan ser motivos muy banales y al verlos con retrospectiva seguramente cambiarías parte de tus acciones, ya que en muchas de estas situaciones, si el propósito que se persigue no es realmente satisfactorio… ¿para qué fijarse en el «por qué»?
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