Corría el año 1911 y dos prestigiosos exploradores tuvieron a la vez la misma idea: Ser los primeros en llegar al centro del Polo Sur. Estos dos hombres no se conocían, y nunca imaginaron que este desafío iba a convertirse en una carrera.
Robert Falcon Scott era el capitán del equipo de exploración británico, y Roald Amundsen el capitán del equipo Noruego.
Amundsen, líder de los exploradores noruegos, decidió partir siendo seis hombres, y llevando cuatro trineos y cincuenta y dos perros, en cambio, Scott, el explorador británico se dispuso a comenzar la carrera siendo nueve hombres, algunos trineos con motor y diez caballos.
A mitad del viaje, Scott mandó a cuatro compañeros de regreso, y continuó el viaje con un total de cuatro acompañantes. Sin embargo, esto no fue suficiente, y tardó 34 días más que su adversario en llegar al centro del Polo Sur. Por si esto fuera poco, Falcon Scott y sus compañeros de viaje fallecieron en su viaje de vuelta, y a pesar de que fueron el segundo grupo de personas en pisar el Polo Sur, jamás llegaron a contarlo.
Hubo dos factores claves que le dieron a Roald Amundsen tanta ventaja: Primero, el hecho de viajar con perros tirando de sus provisiones fue una gran idea, porque aunque los caninos tengan menos fuerza que los caballos, se manejan mucho mejor en la nieve y el hielo, y el segundo factor fue que el noruego no tuvo reparo en matar a los perros que se quedaron más débiles, y los utilizó como comida, habiendo planeado esto desde antes de empezar la carrera para llevar menos carga en provisiones y a la vez hacer que sus provisiones (los perros), transportaran a sus hombres y sus herramientas.
Por otro lado, Falcon Scott no calculó bien la provisiones de nueve personas, tuvo problemas al desplazarse con caballos sobre el hielo, se negó a sacrificar ningún animal como comida y tampoco tuvo la sangre fría suficiente como para dejar atrás a dos de sus cuatro compañeros finales, que se encontraban en muy mal estado y les impedían avanzar a un ritmo seguro.
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